La muerte del niño avilesino en diciembre enero de 2005 con aprobación judicial cuyo único delito fue ser hijo de una deficiente, nos pone en marcha para que no haya más asesinatos.
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En muchos pa?ses europeos, cabe la posibilidad de interrumpir el proceso de gestaci?n dentro del marco legal ampar?ndose en el supuesto de que el nasciturus sufra anomal?as cong?nitas. A trav?s de un diagn?stico prenatal o preimplantatorio, en el caso de ?vulos fecundados artificialmente, puede detectarse, en las primeras fases del proceso de gestaci?n, si el embri?n padece alg?n tipo de anomal?a o tara gen?tica.
Esta posibilidad legal abre las puertas a lo que algunos bioeticistas denominan la eugenesia liberal, pues no se trata de una eugenesia estatal, pensada y articulada desde el Estado, sino llevada a cabo privadamente por los padres a partir de una decisi?n personal. Este supuesto de interrupci?n del embarazo no es precisamente el m?s invocado para justificar el aborto, pero se plantea cada vez con m?s frecuencia. De hecho, algunos analistas franceses ponen de relieve que el n?mero de personas con s?ndrome de Down que nacen en Francia est? disminuyendo progresivamente y no precisamente porque no sean concebidos con esta patolog?a, sino porque sus progenitores toman la decisi?n de interrumpir el proceso que har?a posible su nacimiento.
Naturalmente que, en la toma de esta decisi?n influyen muchos factores que no puede abordarse en un art?culo de estas dimensiones, pero uno de los motivos m?s habituales que se aduce reside en la dificultad que significa educar y acompa?ar en el desarrollo a una persona de dichas caracter?sticas. Se parte de la idea de que vivimos en un mundo hostil, competitivo y darwinista, donde s?lo los mejores y los mejor dotados tendr?n un lugar en la sociedad. Partiendo de esta visi?n de la realidad que, en cierto modo, no es totalmente disparatada, se lleva a comprender la eugenesia liberal como un acto de compasi?n con respeto al que nacer?.
En un marco caracterizado de esta forma, no cabe duda que el nacimiento de una persona vulnerable o, cuanto menos, que presente una fragilidad constitutiva superior a los otros, resulta muy dif?cil de sobrellevar y de encauzar. Adem?s, existen m?ltiples dificultades de orden social, econ?mico y educativo y eso a pesar de todos los esfuerzos de normalizaci?n y de integraci?n que se est? llevando a cabo desde hace ya algunas d?cadas en lo que respecta al colectivo de discapacitados f?sicos y ps?quicos.
No resulta nada f?cil enjuiciar la angustiosa decisi?n que toman unos padres en tal circunstancia. Me parece que cada cual debe enfrentarse a su propia consciencia y tomar la opci?n que considere m?s adecuada, pero s? que resulta fundamental, tener en cuenta algunas consideraciones cuando se plantea esta decisi?n, pues, desde mi punto de vista, interrumpir el proceso de gestaci?n de un no nacido por el mero hecho de padecer una enfermedad cong?nita supone una forma de discriminaci?n que, calificar?a de oculta, porque ciertamente, no se visibiliza en el entorno social, pero no por ello, es menos grave que otras formas de discriminaci?n que se detectan y se denuncian. En cierto modo, es m?s grave, porque el sujeto discriminado ni siquiera tiene voz para poder manifestar el agravio y la injusticia que sufre. Y no puede hacerlo, porque, simplemente, no se le da la oportunidad de vivir.
No cabe la menor duda que uno de los valores fundamentales que integran la ?tica de la Modernidad, adem?s, del valor libertad, lo constituye el valor igualdad. Si uno reconoce que el nasciturus es un ser que tiene estatuto ?tico y jur?dico de persona, no cabe duda que la negaci?n del derecho a la vida por el simple hecho de sufrir una patolog?a cong?nita que le indispone a vivir como los otros, constituye un grave atentado contra uno de los valores fundamentales de la civilizaci?n occidental que es la igualdad, valor que ya est? presente en la ?tica estoica, en la cristiana y posteriormente, en el esp?ritu y la letra de las grandes declaraciones de derechos y de constituciones democr?ticas. Tambi?n en la futura constituci?n europea que se aprobar? en nuestro pa?s. Evidentemente, el debate radica en precisar, si ese ser tiene el estatuto ?tico-jur?dico de persona, porque en el caso que se le reconozca, no existen motivos, ni justificaciones para cometer tal injusticia.
Una segunda consideraci?n. El hecho de que unos padres decidan no tener a ese hijo que sufre una determinada enfermedad cong?nita tiene que ver, evidentemente, con los entornos sociales, econ?micos y con el sistema de valores sociales donde estamos ubicados. Existen entornos ?ridos y selectivos, donde se castiga la fragilidad y donde, raramente se tolera con algunas salvedades. Pero tambi?n existe la posibilidad de imaginar entornos sociales, culturales y econ?micos donde uno sea acogido tal como es, donde uno sea respetado por el mero hecho de ser persona.
Una pol?tica genuinamente social es la que protege a los grupos m?s vulnerables de la sociedad, a los que quedan al margen del trepidante ritmo que impone la maquinaria neoliberal y que articula sistemas de ayuda y de protecci?n a esas personas que asumen el reto de cuidar a un ser humano que carece de unas determinadas propiedades, pero que, en cuanto tal, es un ser humano tan digno como cualquier otro. Se debe afirmar que, en muchas circunstancias, el entorno hostil, el desamparo, la soledad, la falta de ayuda y de protecci?n, la dejadez del Estado y de la sociedad civil tiene como consecuencia esa forma de discriminaci?n social.
Yo no desear?a vivir en un mundo donde s?lo tenga cabida el ciudadano sano, r?pido, bello y exitoso. Me gustar?a que en ese mundo que construimos hubiere lugar para los que padecen alguna forma de enfermedad. En este sentido, no puede imputarse toda la responsabilidad de tal decisi?n a los progenitores que la toman, sino tambi?n a la sociedad, al Estado y al entorno, pues puede resultar tan hostil y tan ?rido que, al final, uno se vea llamado a interrumpir dicho proceso porque no tiene el suficiente coraje para enfrentarse solitariamente a ?l.
Los padres tenemos el deber de ser responsables y de amar a nuestros hijos tal y como son, incondicionalmente, pero no se nos puede exigir, siempre y en cualquier circunstancia, el hero?smo. El drama no radica en el hecho de que una persona nazca con una discapacidad, sino que el drama consiste en que, para poder acogerle, cuidar de ?l y potenciar su autonom?a, uno se tenga que convertir en un h?roe, en una especie de superhombre, que deba de enfrentarse a infinitas barreras, visibles e invisibles.