Jueves, 22 de septiembre de 2005

Las claves est?n en la comunicaci?n y el ejemplo, la sinceridad y la discreci?n.

Interrogados un grupo de adolescentes sobre lo primero que desear?an en la relaci?n con sus padres, contestaron: ?que les podamos tener confianza?.


La mayor?a de problemas del d?a a d?a de la convivencia familiar se resolver?an, si nos esforz?ramos por tener una buena comunicaci?n con nuestros hijos.

Hay muchas formas de hacerlo. Se puede hacer con un gesto, se puede hacer con una mirada de complicidad, se puede hacer con la palabra, escuchando m?sica, leyendo, haciendo deporte...Tambi?n nos podemos comunicar silenciosamente. S?lo contemplando unos padres junto a la cama de un hijo enfermo, mim?ndolo o d?ndole la mano vemos el m?ximo de comunicaci?n. El silencio se hace necesario por el reposo de su hijo, pero la comunicaci?n no falta.

Para comunicarse no siempre se necesitan palabras, pero s? es necesario demostrar afecto y crear un clima de confianza y? ?c?mo conseguir este clima?

Podemos reflexionarlo, puesto que se hace muy dif?cil recibir la confianza de nuestros hijos si no hacemos un esfuerzo para ser acogedores, tener serenidad y buen humor a la hora de comunicarnos. Es imprescindible comprender a nuestros hijos; saber intuir qu? les preocupa, qu? nos quieren decir o qu? necesitan. La base de la comunicaci?n, es amar e interesarse por sus cosas. Cuando hay confianza se act?a con calma, no se improvisa, se da paz y se evitan muchos problemas.

Hay muchas virtudes que pueden ser ?tiles para ayudar a la comunicaci?n, con el clima de confianza adecuado, que favorece el di?logo, base de la comunicaci?n, pero yo destacar?a dos: la sinceridad y la discreci?n.

1. La palabra sinceridad deriva del latino ''sine cera'' (sin cera) refiri?ndose a los ung?entos que utilizaban las mujeres romanas para disimular sus arrugas. La sinceridad es decir siempre con claridad lo que se hace, lo que se piensa, lo que se vive. Nuestros hijos tienen de saber que nosotros somos sinceros siempre. Por esto podemos preguntarnos:
− ?Cu?ntas veces hemos dejado incompleta una promesa o una sanci?n que hab?amos anunciado a nuestros hijos?
− ?Cu?ntas veces nos han telefoneado y, por comodidad, hemos hecho decir que no est?bamos en casa?
U otras medias verdades, que no dejan de ser mentiras y que malogran la confianza.

Procuremos dar testimonio: la verdad tiene que ser objetiva, clara. Por ejemplo, si nos equivoquemos, pedimos perd?n y lo reconocemos; esto es m?s educativo para el hijo que muchos sermones y consejos repetitivos. A veces los hijos no son lo suficiente sinceros con nosotros por no quedar mal o porque tienen miedo de que tengamos una reacci?n desmesurada respecto a lo que han contado.

En la adolescencia hay que estar preparados para que nos expliquen lo m?s impensable sin perder los nervios. Lo que es m?s importante siempre es que los hijos nos digan la verdad, aunque del susto recibido nos qued?ramos sin aliento. Con todos los datos reales del problema, no nos equivocaremos a la hora de buscar soluciones reforzando la confianza mutua.

2. Se hace evidente que los padres debemos profundizar en la virtud de la discreci?n, que no es frecuente en el ambiente actual. En el Diccionario General de la Lengua Catalana de Pompeu Fabra, encontramos esta definici?n de discreci?n: ''reserva en las acciones y en las palabras, reserva del que no hace sino aquello que conviene hacer, de quien no dice sino aquello que conviene decir, que sabe callar aquello que le ha estado confiado?.

Muchos hijos se quejan de que los padres, o bien para vanagloriarse, o bien para quejarse explican las confidencias que ellos les han hecho. Ya se ve que este ser?a un defecto que influir?a en la confianza que nos habr?an dado los hijos; nada m?s y nada menos ser?a ''ventilar'' sus emociones; tampoco los hijos entienden las iron?as ni bromas sobre sus ''cosas'', por lo tanto no conviene decir lo que nos han explicado y tenemos que considerar que para ellos aquello es muy importante, aunque a los mayores nos pareciera de poco valor.

Con la virtud de la discreci?n nace el discernimiento, para saber cuando es prudente preguntar, o cuando hace falta esperar para hacerlo, puesto que hace falta respetar la intimidad del hijo y tener paciencia para recibir la confidencia. Tambi?n distinguir el momento en que es conveniente dar el consejo oportuno. Pienso que cuando un ni?o peque?o tiene una pataleta, ?verdad que es muy dif?cil corregirlo si nos ponemos a gritar como ?l y perdemos los nervios?

Con los hijos mayores tenemos que hacer lo mismo. Es utilizar la t?cnica de pasar por alto el momento de ofuscaci?n, esperar y buscar el espacio para dialogar con calma y serenidad. Una persona discreta no impone, no coacciona sino que observa y ayuda a mejorar reconociendo que ella tambi?n tiene defectos; por lo tanto, no se sobresalta por nada, y, con esta comprensi?n anima a su hijo a la sinceridad.

Para concluir, podr?amos repetir que el objetivo de procurar fijarnos en la sinceridad y la discreci?n, es ayudar a que haya el clima de confianza apropiado para que los adolescentes puedan explicar, sus problemas, sus alegr?as y cimentar sus ideales. Empecemos a interesarnos por lo que les preocupa en la etapa infantil y as? fundamentaremos la franqueza del ma?ana.

Victoria Cardona, profesora y educadora familiar


Publicado por Galsuinda @ 21:44  | Derecho a educaci?n
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