La muerte del niño avilesino en diciembre enero de 2005 con aprobación judicial cuyo único delito fue ser hijo de una deficiente, nos pone en marcha para que no haya más asesinatos.
Defendemos también una mayor formación
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"?Qu? les parece? Si un hombre tiene cien ovejas y se le extrav?a una de ellas, ?acaso no dejar? las noventa y nueve en el monte, para ir en busca de la extraviada? Y si logra encontrarla, de seguro se alegrar? m?s por esa oveja que por las noventa y nueve que no se extraviaron. As? tambi?n, el Padre de ustedes que est? en el cielo no quiere que se pierda ninguno de estos peque?os" (Mat. 18:12-14).
Todos los que nos sentimos cristianos y estimamos la vida humana, tenemos que luchar con todas nuestras fuerzas contra esa gran matanza de inocentes que est? teniendo lugar cada d?a en el mundo, con el visto bueno de las autoridades y de las leyes en muchos pa?ses, mediante la legalizaci?n del aborto.
Pero hoy quiero referirme a un aspecto bastante olvidado de toda esa compleja realidad y dirigir una palabra de aliento y de esperanza a la mujer que en un momento de inconsciencia o de desesperaci?n o movida sabe Dios por qu? circunstancias, o a?n en el peor de los casos por puro ego?smo, ha destruido la vida del hijo que llevaba en su seno y que luego reflexiona y siente sobre su conciencia el peso del remordimiento, que la sume en la amargura y la frustraci?n.
Es a esta mujer que muchas veces arrastra su pecado como un fardo y de la que nos olvidamos tan f?cilmente, a la que quiero decirle hoy: enciende en tu vida una luz y una esperanza, levanta tus ojos hacia ese Dios que es siempre misericordioso, que siempre ama y perdona y ver?s que todo pecado tiene redenci?n.
Lo ?nico que ?l nos exige es el arrepentimiento. Pero no un arrepentimiento desesperado como el de Judas que lo llev? al suicidio, sino el arrepentimiento confiado como el de Pedro que lo llev? a la conversi?n. S?, tu vida puede ser todav?a muy ?til, puedes hacer mucho bien en el mundo y sentir as? el gozo que se origina despu?s de dar la mano al que la necesita. S?lo hace falta que te vuelvas a El y le digas una sola palabra, pero llena de dolor, de confianza, con deseo de rectificaci?n.
Aprendamos todos el ejemplo de Jesucristo en el Evangelio, que debe ser para nosotros los cristianos la suprema norma de conducta. ?l siempre andaba rodeado de pecadores, a pesar del esc?ndalo de los fariseos. Jam?s justifica su pecado, ni les defiend?a tranquiliz?ndoles con las palabras "no tiene importancia, no se preocupen. Al contrario, les hac?a sentir toda la gravedad de su pecado, pero no para rechazarlos o para hundirlos, sino para levantarlos. ?l siempre ama y siempre perdona y da la mano al pecador que se le acerca. ?Con qu? respeto trata a la mujer ad?ltera a quien aquellos acusadores hip?critas despreciaban! Jes?s le dice: "Vete en paz y no peques m?s!" ?Con qu? delicadeza ofrece el agua pura de la gracia a la mujer samaritana junto al pozo de Jacob! ?Con qu? complacencia se deja lavar los pies por la Magdalena pecadora, que ha pecado mucho pero que despu?s ha amado mucho! ?Con qu? solicitud atiende a Zaqueo el ladr?n y se va a pasar el d?a a su casa para que entre en ella la salvaci?n! ?Con qu? rapidez escucha el grito de arrepentimiento del ladr?n en la cruz y le dice: "?Hoy mismo estar?s conmigo en el Para?so!" Para ?l no hay ning?n pecado tan grande que no pueda ser redimido.
Por eso tambi?n te ama a ti, mujer, y quiere restaurar tu vida. Quiz?s la mejor reparaci?n ser?a que si ahogaste una vida salves otras muchas, y que si tu hijo no lleg? a nacer, que otros hijos nazcan porque t? defendiste sus vidas y ayudaste a sus madres. Y si tu hijo no lleg? a crecer, otros hijos crezcan porque t? viviste en actitud de caridad y de servicio para los m?s peque?os y los m?s indefensos.
Y para aquellas otras mujeres que han cometido tu mismo pecado y endurecidas y despreocupadas siguen abortando, y que no han sentido siquiera el aguij?n del remordimiento; que tu oraci?n las acompa?e, para que tambi?n ellas abran sus ojos a la luz, para que tambi?n ellas se encuentren con la mirada penetrante y amorosa de Cristo, para que tambi?n ellas se salven.
Mujer, t? que no quisiste ser madre un d?a, tienes todav?a mucho que hacer en el mundo. Tu recuerdo doloroso es acicate para que crezca tu generosidad y tu entrega a los dem?s. Tal vez alg?n d?a te encuentres en la vida eterna --porque nosotros no podemos poner l?mites a la misericordia de Dios-- con aquel hijo que no llegaste a conocer en la tierra y a quien ?l por caminos extraordinarios y misteriosos ha dado tambi?n la gracia y la salvaci?n.