La muerte del niño avilesino en diciembre enero de 2005 con aprobación judicial cuyo único delito fue ser hijo de una deficiente, nos pone en marcha para que no haya más asesinatos.
Defendemos también una mayor formación
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Somos unos grandes desconocedores de los designios de Dios y de los muchos misterios que rodean la vida de todos los seres de nuestro mundo. A lo largo de la historia de la humanidad hemos realizado grandes avances cient?ficos que han mejorado nuestra calidad de vida y que nos han ayudado a conocernos m?s y mejor. Hemos ido venciendo a la enfermedad, al dolor y a todo lo que parec?a que restaba un gramo de felicidad a la vida del ser humano. Pero, a pesar de todos los avances y de todos los esfuerzos cient?ficos y t?cnicos realizados, los misterios de Dios y de la vida humana siguen sin poder ser descubiertos por entero.
Aunque sabemos que es algo ef?mero, que estamos en las manos de Dios y que nadie puede predecir con seguridad el numero de sus d?as, la Vida es lo mas hermoso que Dios nos da como todo un pre?mbulo de lo que en su d?a ser? la Felicidad, con may?sculas, a la que nos llama. Dios nos da la vida para que la disfrutemos y tambi?n para que sea ?til a los dem?s en la construcci?n del Reino. Pero la vida es suya, est? en sus manos. Cuando el ser humano, cegado muchas veces por todo el poder y la libertad que Dios le otorga, se considera capaz para poder decidir sobre la vida y la muerte, esta repitiendo, de forma actualizada, la secuencia del primer pecado de la humanidad: querer ser Dios.
Todos sabemos que en mayor o menor grado, con mas o menos suerte, siendo justa o injusta, la vida no es f?cil. Conocemos los problemas sociales y econ?micos a los que muchas personas deben de enfrentarse en sus vidas. Somos conscientes de lo duro que es hacer frente a una vida en condiciones f?sicas, sociales y humanas que engendran gran dificultad. Pero nada de ello, por muy duro que sea, nos da la capacidad de poder decidir sobre la vida y la muerte. Todas las dificultades y las situaciones que complican la existencia de una vida nos piden solidaridad, ayuda, soluciones institucionales. Querer solucionar los problemas y las dificultades eliminando la vida es optar por el camino mas f?cil, m?s c?modo pero, a la vez, menos humano.
Cuando una vida comienza, aunque suene a t?pico, nadie puede saber que deparar? a todos los que, en alg?n momento tengan contacto con ella. Hay detalles, momentos y acontecimientos que pueden hacer cambiar la vida de todo su entorno. No somos capaces de calibrar hasta que punto nuestra propia vida influye en la de los dem?s y de c?mo Dios se manifiesta al ser humana a trav?s de la vida de los dem?s.
Cuando alguien toma la decisi?n o colabora en que una vida no llegue a nacer priva, adem?s al mundo de lo que esa vida podr?a aportar.
El mandamiento ?No matar?s? conjugado en positivo se traduce en ?defender?s la vida?. Y al decir esto hablamos de defenderla en todos sus aspectos. Nadie es due?o de la vida de un ser humano, ni otra persona, ni una instituci?n, ni la misma sociedad.
No es comprensible que alguien defiende la vida tan solo en algunos casos o en determinadas circunstancias. Tenemos que defender la vida frente a la pena de muerte, frente a la locura de cualquier guerra pero tambi?n ante la violencia silenciosa y a veces, curiosamente, tolerada de no dejar que una vida nazca. Estamos dominados por el poder?o de la apariencia, de la est?tica, de la perfecci?n f?sica y llegamos a creernos, incluso, con poder para decidir quienes, por ajustarse a ese patr?n de belleza y perfecci?n, deben de existir o quienes, por ser considerados inferiores e imperfectos, no tienen derecho a la vida. Una vez mas queremos ser dioses que, a su capricho, decidan lo que debe o no de existir.
Por nuestra fe sabemos tambi?n que por mucho que no les dejemos vivir o no puedan llegar disfrutar de nuestro mundo son un proyecto de Dios y forman parte de su Reino y de sus designios. Sabemos que en su misericordia y en su amor los acoge gustoso en su seno. Pero no podemos ignorar que una sociedad que limita la vida de los suyos, que criba la existencia de sus propios hijos, es una sociedad que tendr? que responder a la pregunta que nos persigue desde el principio de los tiempos, ??d?nde esta tu hermano??.
No somos quienes para juzgar y mucho menos para condenar la vida o las decisiones de nadie. Eso tambi?n es cosa de Dios. Pero si sabemos que el camino de Dios es un camino de vida y no de muerte, de luz y no de tinieblas, de esperanza y no de desesperaci?n.
Desde nuestra oraci?n por y con los ni?os que un d?a pudieron ser y no fueron, pidamos al Se?or que haga de nosotros instrumentos de vida. Sabemos que toda la inquietud y los esfuerzos por defender la vida un d?a descansar?n en ?l. Y oremos tambi?n para que acoja con amor, con ese amor especial que no tiene, a tantas vidas que nosotros no supimos, no quisimos o no pudimos acoger.