Viernes, 01 de diciembre de 2006




Por encima de la calidad de vida est? la vida de calidad y, por esto, el dolor puede tener un sentido profundo en la biograf?a humana.

Muchos de nosotros recordamos con simpat?a las inolvidables y misteriosas Noches de Reyes Magos donde pensamiento y realidad casi se identificaban. Tambi?n hemos visto a familiares con cucuruchos de colores en la cabeza, rodeados con mesas llenas de medias noches de jam?n de York, patatas fritas y bebidas refrescantes en fiestas de cumplea?os. Las clases medias han dado mucho de s? en esto de celebrar la vida con manteles de colores, matasuegras e idas y venidas a las casas de los primos y los t?os.

Hoy hemos progresado mucho y somos m?s conscientes de la "masa" de pobres del planeta. En los pasados a?os sesenta, y antes, algunos sesudos y millonarios se?ores dijeron: "somos tan ricos que vamos a ocuparnos de que los pobres sean menos pobres". As? ha sido, en efecto, puesto que la propuesta se encaminaba no a enriquecer a los pobres con empresas e ingenier?as sino a diezmarlos demogr?ficamente con unas "cient?ficas" pol?ticas antinatalistas, cuyas bondades l?gicamente deber?an costear en parte los pobres "beneficiados", esterilizados, planificados y tabulados.

En los tiempos en que se celebraba la vida lo ?nico que se congelaban eran los langostinos para los d?as de fiesta. Ahora tambi?n se congelan embriones humanos llenos del progresista, as?ptico y amoral nitr?geno l?quido.

Si hace a?os mir?bamos divertidos tiendas como Bu-b? o El beb? ingl?s ?aquello era lo ?ltimo en moda para el pocholo- no pod?amos imaginar que ?bamos a llegar a tal culmen de progreso y madurez social por el que cada seis minutos y medio se descuartiza a un ni?o en el seno de su madre, todo realizado en virtud de los derechos reproductivos ?los de la antimadre- en cl?nicas abortistas limpias e higi?nicas... que quiz?s en pr?ximas navidades lleguen incluso a poner un arbolito con luces de colores si es que no lo han hecho ya.

En aquellos b?rbaros tiempos los chavales escal?bamos riscos y nos zambull?amos en aguas pantanosas a la b?squeda de sapos e, incluso, os?bamos pas?rnoslo bomba yendo a cazar jilgueros, sin la m?s m?nima intuici?n de delito ecol?gico. Hoy se desea no estropear la naturaleza, salvo la de los propios chavales tomando alucin?genos en las discotecas y la de las ni?as recibiendo peligrosas descargas hormonales tras la correcta ingesta de la p?ldora del d?a despu?s, dispensada ben?ficamente por algunas autoridades p?blicas.

Si a estas alturas alg?n posible lector me tachara de viejo desencantado le dir? que no es cierto porque celebro la vida y soy partidario de la encarnaci?n del amor. Son los avaros quienes se desencantan porque el ego?smo no produce la vida sino el hieratismo fr?o e inerte de las monedas. Los que s?lo se apacientan de sexo no quieren la encarnaci?n porque el solo sexo ya es carne; eso s?: sin vida, sin vida personal.

Con una l?gica demencial se extiende la idea del preservativo como una suerte de remedio m?gico para mentes inferiores a las bovinas y esp?ritus que desmerecer?an de un honesto mandril. No pueden entender las autoridades partidarias de la sima mental que, como dec?a Chesterton, la pureza es el mejor ambiente para la pasi?n. No alcanzan a concebir la idea de la concepci?n como un amor que se hace pureza y, por eso, vida. No pueden entender estos pros?litos de la esterilidad que la vida es algo mucho m?s grande que ellos mismos. Parecen desconocer que por encima de la calidad de vida est? la vida de calidad ?en expresi?n de un buen amigo- y, por esto, el dolor puede tener un sentido profundo en la biograf?a humana.

Cualquier ciudadano gordo y desentrenado brama como Braveheart ante su hija en peligro; desarrolla una agilidad superior a la de Spiderman para llegar al hospital en que han ingresado a su mujer que pasa por un apuro y prefiere cien veces la vida de su hijo enfermo que la suya propia. Y ante esta verdad profundamente humana, sin embargo, surgen periodos de la historia que recurrentemente olvidan la categor?a fant?stica del hombre y se caracterizan por una catetez, ignorancia, chabacaner?a y apogeo del cinismo, en el que se esconde su no muy tard?a destrucci?n. Porque llega un momento en que no se puede seguir manteniendo por m?s tiempo una mentira en el fondo del coraz?n y se anhela resucitar: resucitar a la vida, a la compa??a, a la fidelidad, al hogar.

Lo que es de vital importancia es que los partidarios de la concepci?n, de la encarnaci?n de la vida, ya que es nuestro el futuro, no dejemos de sembrar referencias para que quien quiera pueda, no sin l?grimas en los ojos, volver a sonre?r, a saberse queridos, aceptados por algo que jam?s se podr? extinguir pues es m?s ?ntimo al ser humano que si mismo: la familia, la familia que da vida. Toca a todo hombre y mujer de bien volverla a poner en el lugar socialmente reconocido y pol?ticamente respaldado que se merece.


Jos? Ignacio Moreno Iturralde, fil?sofo y profesor de instituto en Madrid, blogger en Dignidad humana y Visi?n Cristiana

ImagenAdopci?n espiritual

Tags: castidad

Publicado por Galsuinda @ 9:28  | Educaci?n
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