Era una ma?ana fr?a, al menos para ser abril en Washington DC. Una fila de estudiantes universitarios se encontraba de pie, provistos de abrigos y sombreros, quitando de sus ojos las huellas de la mala noche. Est?bamos en una acera a lo largo de la Calle 16 en Washington, DC, bajo la fr?a sombra de una gran construcci?n de concreto detr?s nuestro. Frente a nosotros, al otro lado de la calle, se encontraba una cl?nica abortista. Empezamos a rezar. No me siento capaz de describir cabalmente lo que se experimenta al rezar frente a una cl?nica de aborto y ver a mujeres adultas y adolescentes esperando ingresar, algunas de ellas a?n con la inocencia de la juventud en sus rostros. Los consejeros de nuestra acera trataban de ir con ellas para darles consuelo, pero no era mucho lo que pod?an hacer antes de que la ?seguridad de la cl?nica? los detuviera. Estos ?efectivos de seguridad?, cuyos rostros reflejaban el odio que sent?an por nosotros, agarraban a las mujeres y pr?cticamente las lanzaban con fuerza a trav?s de la puerta de la cl?nica. En varias ocasiones fui testigo de c?mo el personal de seguridad de la cl?nica bloqueaba con sus cuerpos las entradas a los consejeros de nuestra acera y met?an a la fuerza a las j?venes que hubiera, pr?cticamente ech?ndolas dentro de la cl?nica. Usted puede encontrar aqu? el enlace a una nota que describe muy bien las confrontaciones que semana a semana ocurren entre pro-vidas y pro-abortos. | ||||
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La cultura del aborto nos conduce a una cultura de conveniencia que impulsa a convertir en objetos a las mujeres y a una devaluaci?n de la maternidad. De esta manera las mujeres se llegan a definir por su buena disposici?n para aceptar la opci?n del aborto, y toda interacci?n con hombres se convierte en parte de una lucha fundamental por dominar. ?El asunto de si est? bien venderse o no a los hombres es un planteamiento falso?, se afirma en el libro The New Our Bodies, Ourselves. ?El verdadero asunto est? en c?mo venderse a si mismas de forma que sea lo menos destructivo para nosotros mismos y para nuestras hijas. Las prostitutas no necesitan nuestra condescendencia, lo que necesitan es aliarse con nosotras. Y nosotras las necesitamos tambi?n?. Esta actitud c?nica aparenta defender casi exclusivamente al sexo femenino, pero en realidad, hacen todo lo contrario. Reducen a las mujeres a una simple opci?n reproductiva; un objeto que tiene como ?nico prop?sito luchar contra su naturaleza. Recientes estudios muestran que las mujeres, cansadas de ser constantemente blanco de los proveedores de abortos, se han rebelado contra el estereotipo que impone que su principal prioridad es siempre la salud reproductiva. Las mujeres son seres humanos, no m?quinas de hacer beb?s. Quienes defienden el aborto deber?an aprender ?sto. | ||||
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Creemos que el aborto produce una cultura de desprecio por las mujeres, desprecio por la familia y desprecio por el valor de la vida humana. La verdadera violencia se halla escondida ah? y en las palabras de la Madre Teresa, ?cualquier pa?s que acepta el aborto no est? ense?ando a su gente a amar, mas bien les est? ense?ando a hacer uso de la violencia para conseguir lo que ellos quieran?. | ||||
Colin Mason es el Director para Producci?n de Publicaciones del PRI |
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